Creo saber, que el anterior artículo, ha despertado cierta expectación,
y por ello me gustaría aclarar varios asuntos. En primer lugar dejar claro que
yo hablo por mi boca, y bajo mi responsabilidad, ni hablo por nadie, ni quiero
que nadie exprese su opinión escudándose en lo que yo pienso, hay que ser
valientes para independientemente de estar a favor o en contra, decir sin
parapetos lo que cada uno piensa.
Aclarado esto, indicar sólo dos cosas. En primer lugar que
el título hace referencia, a la Grandeza de la Hermandad de Consolación, que
sabe estar por encima de todo tipo de circunstancias; y lo ínfimo es aquello
que rodea a mi pueblo, circunstancias que llevan a ciertos colectivos a
amenazar y coaccionar a personas, para conseguir sólo lo que a ellos le
interesa.
Para terminar me gustaría decir que el artículo sólo hace
referencia a don Antonio Romero, cuando se refiere al Pescador, porque creo que
el Párroco de Carrión tiene que estar con la Hermandad siempre, eso sí, también
creo que el Párroco tiene que respetar a sus superiores, por eso, es posible
que el acudir o no acudir al acto que el artículo hace referencia, no sea su responsabilidad,
si desde el Palacio Arzobispal se lo han indicado. Y es a esto a lo que me
refiero cuando hablo de que la Iglesia ha tratado la problemática de Carrión con
ambigüedad, porque desde Palacio Arzobispal se tendrían que tomar medidas
contra todo lo que sucede en Carrión, pero además de una forma tajante y cuando
digo todo, es todo y para todos. Yo no temo a la legalidad, por eso quiero que
se cumpla; y la Iglesia no puede estar para decirle a mi párroco, don Antonio, que
no vaya a un acto u a otro.
En el mundo de las hermandades todos sabemos quien marca las reglas y todos estamos obligados a cumplirlas, eso si, creo que también todos tenemos derechos a hacer críticas constructivas y desde la obediencia.
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