lunes, 1 de octubre de 2012

En modo torero.

El pasado domingo, 23 de Septiembre tuve la dicha de vivir una de esas tardes que jamás olvidaré en mi vida. El lugar, el más bonito del mundo; la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, sin lugar a dudas la composición perfecta de espacio, color y sonido el lugar mágico donde la asimetría del redondel se hace perfección de cirulo por verónicas toreras y muletazos “alincantinos” que dejan de ser de Levante para hacerse sevillanos por derecho propio. La hora más que el reloj de la centenaria plaza de toros, la marcaban los sones de la Banda del Maestro Tejera con su pasodoble Plaza de la Maestranza. Seis y media de la tarde y el paseíllo rompía como el discurrir de la más bella de las cofradías en su transcurrir por la más señera de las calles sevillanas. La compañía inmejorable; mi padre, gran aficionado, mi nono, amante de la fiesta, de España y de totalidad de sus tradiciones y el amor de mi vida, taurina y entendía hasta tuétano, ahí es nada.

El cartel, bien “rematao” con dos pedazos de toreros muy del estilo de Sevilla como son José María Manzanares y Alejandro Talavante; mano a mano, para que más, la ganadería casi bien escogida y eso para “Pagés” ya es un logro; con tres toros de Núñez del Cuvillo y otros tres (y aquí la parte mala) de Juan Pedro Domeq, que no se enteran que no está para Sevilla y además tampoco se le espera… pero fue tal lo sublime de la tarde que hasta la carencias de los “juampedros” fue tapada por la genialidad de los dos maestros que se repartían la suerte en el ruedo, de la corrida poco voy a decir que ya no haya sido escrito: saludos a portagayolas, magistral toreo de capa, exquisito tercio de varas, magistrales quites por chicuelinas, delantales, navarras… y todo lo que la mente podía imaginar, geniales en el cuarteo demostrando que sobre la arena estaba la mejor cuadrilla del momento la de Manzanares y otra de profesionales como la copa de un pino, la de Talavante; y de la muleta ¿que voy a decir? Manzanares cogió un pincel ¿o se llamaba muleta? Y empezó a dibujar eternos pases redondos que alargaban la envestida de los morlacos haciendo coincidir a todos los allí presentes en una sólo expresión que aglutinaba un sinfín de sentimientos. Ole, mientras Talavante hacía lo propio en una lucha de tú a tú, con sus tres enemigos a los que gano a los puntos, por su tenacidad, por su valor, y sobre todo por su genial toreo con la muleta, sacando faenas imposibles a base de manoletinas ganándole al toro su terreno desde el primer hasta el último pase. Y para rematar la faena, que forma de matar de los dos artistas, que amplio repertorio, recibiendo, al volapié… por ver, casi vemos apuntillar a un “Juampedro” que se hecho en los medios de la plaza para privar a Manzanares de algún que otro trofeo más… Pero ni los “juampedros” pudieron estropear la tarde.
El resultado final fue un estallido de júbilo que no sólo saco a Manzanares por la Puerta del Príncipe sino que lo paseo por media Sevilla, a hombros en acto de justicia que se convirtió en procesión reivindicativa de los que no sólo amamos esta fiesta sino que es la única de las maneras posibles de sentirnos realizados.

Fue, quizás, una de las mejores tardes que yo he vivido en la Plaza de Toros de Sevilla, era tal mi estado de euforia que cuando llegue a casa, cogí mi capote y mi muleta y me puse a torear de salón, soñándome en figura, y hoy casi 10 días después sigo paseando por la calle a modo de paseíllo maestrante, mientras en mi mente revuelan las notas de uno de los muchos pasodobles taurinos que esa tarde se interpretaron, Plaza de la Maestranza, Cielo Andaluz, Puerta Gran, Tercio de Quites…

Es, la grandeza del toreo. Esa grandeza que se comparte en tardes como la vivida en la Sevillana feria de San Miguel y también tantas tardes de esfuerzo de tantos y tantos toreros que luchan por abrirse paso y hacerse figura, de esta profesión que es seguro la más bonita y también la más difícil del mundo. Toreros como mi amigo Joselillo que cada tarde que tiene la suerte de hacer el paseíllo, se enfrenta a las llamadas ganaderías duras y lo hace con toda la entereza, y con toda la verdad por delante, sea plaza de primera, segunda, tercera, esté llena o no, Toreros como Joselillo, “echan la pata adelante” y sacan faenas soñadas a complicados enemigos que otros, por decirlo de forma elegante, ni intentan torear.

Por eso me gusta los toros, por tardes vividas con la faena de Manzanares o la de José Tomás en Nimes y por la grandeza de la fiesta que terminará encumbrando a toreros que como Joselillo sacan toda la verdad para dar imposibles pases de pechos y aferrarse a todo recurso posible e imposible que le permita cada tarde obtener trofeos y así forjar su leyenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario